El trasfondo de nuestra campaña de Forjador de reyes: una introducción

Este fin de semana hemos comenzado la campaña de Forjador de reyes. Se trata de una campaña (o una «Senda de aventuras» como la llama Paizo, la editorial) centrada en la exploración de un territorio fronterizo, las Tierras Robadas, con el trasfondo de inestabilidad y tensión política en el reino vecino de Brevoy.

El mundo

Mi idea es jugar una versión personalizada de la misma, inserta en un mundo de nuestra creación y con un «estilo» concreto, no exactamente el de la campaña original. Espero ir resumiendo las sesiones y así si hay lectores que ya la conocen podrán ir viendo las diferencias con la campaña oficial. De entrada, aunque utilizamos las reglas de Pathfinder (que para nosotros siempre serán Dungeons and Dragons 3ª edición), el énfasis que quiero poner en la campaña está alejado de la alta fantasía típica que se asume en el reglamento. Se trata de una ambientación de fantasía, sí, pero en los núcleos civilizados las cosas se parecen mucho más a ambientaciones de baja fantasía e históricas: intriga política, maquinaciones y complots, conflictos y herejías religiosas, y la amenaza de la corrupción de forma oculta, casi latente. Es cuando uno se aleja de la civilización y se acerca a las tierras salvajes, sin domar, cuando empiezan a ocurrir cosas raras y la influencia del Caos se siente como una realidad manifiesta.

Las razas inteligentes conocidas en Brevoy, el reino donde comienza la campaña, se limitan a los humanos y pequeños grupos de enanos de las Montañas Golushkin con los que se comercia (que son vistos con extrañeza y suspicacia por aquellos que no tienen tratos con ellos). La existencia de semihumanos, goblins y orcos, es un hecho, pero en general se ven commo criaturas salvajes, demoníacas, que habitan más allá de los límites de la civilización, y en principio jamás pondrían un pie donde las tropas del señor feudal de turno vigilan. Esta presencia militar es una constante en la vida de Brevoy, porque la guerra es conocida por todos sus habitantes: cada generación ha vivido algun conflicto importante y varios menores. Desde incursiones de bárbaros, asaltos de forajidos o choques entre nobles, hasta guerras abiertas contra los vecinos. Los soldados de cada señor feudal o casa de la alta nobleza son los perros que protegen a los esforzados campesinos, a las ovejas.

El clero son, por su parte, los pastores que los guían. Dedicados en exclusividad a Treum, el dios que venera todo hombres civilizado, su Iglesia se dedica a cuidar del bienestar espiritual de su pueblo. Únicamente los bárbaros y quién sabe qué seres monstruosos fuera de la civilización adoran a otros dioses, falsos por definición. Pero el hecho de que únicamente exista una Iglesia no significa que todos los fieles vean con los mismos ojos su fe. Facciones enfrentadas, partidarias de distintas casas de la alta nobleza o de la actual casa real, se vigilan las unas a las otras, no fuera el caso de que alguno de sus enemigos se desvíe del camino recto e infiltre ideas ponzoñosas entre los fieles.

Brevoy

Las casas de la alta nobleza son y se dividen el reino de Brevoy. Su origen se entrelaza con la historia del reino mismo. Cuando, tras la caída del Imperio de Derus hace doscientos años éste no existía y se componía de las tierras de Issia y de Rostlandia, gobernadas por señores de la guerra y caudillos locales que se habían hecho con el poder tras el colapso de la autoridad derusa.

Brevoy

Fue entonces cuando un líder, Choral, que posteriormente sería apodado El Conquistador, llegó al mando de un enorme ejército cruzando el Mar de las Brumas, al norte de Issia. A su llegada a esta tierra, hizo uso de una inteligente estrategia de diplomacia para con los señores de la guerra a los que ofreció unirse a su ejército, combinada con una guerra sin prisioneros contra quienes se resistían. Aunque numerosos issianos lucharon contra él, pereciendo en batalla, otros tantos se rindieron y negociaron un puesto en su futuro reino como nobles o altos cargos.

Tema de banda sonora para leer la sección.

Donde la resistencia fue más feroz fue en Rostlandia, el reino al sur de Issia, hasta donde las tropas de El Conquistador llegaron, prendiendo fuego a pueblos y arrasando campos. Allí El Conquistador ofreció pocos pactos, seguro de su victoria, y los testarudos rostlandeses intentaron por todos los medios una guerra de guerrillas contra el invasor. Aún así, fueron derrotados y sus tierras incorporadas al nuevo Reino de Brevoy, con Choral I en el trono.

Pocos años después, El Conquistador desapareció, nombrando a su sucesor, el hijo que le había dado su mujer de una de las familias issianas que habían negociado con él. Esta familia, la Casa Rogarvia, gobernó durante doscientos años Brevoy con un pueño de hierro. El Reino fue dividido en siete grandes condados, cada uno bajo la autoridad de una de las casas de la alta nobleza, que a su vez tenían por debajo innumerables señores de la baja nobleza que administraban los feudos de forma directa. La Casa Rogarvia, además, tenía como derecho feudal la propiedad de la antigua Rostlandia, ahora convertida en un condado más de Brevoy. Siempre se rumoreó que Rostlandia era el territorio, paradójicamente, donde más se había conservado el resquemor contra la autoridad real, a pesar de ser el territorio bajo mandato de la casa que se sentaba en el trono, o quizás debido a su gobierno despótico. Alguna vez alguno de los señores feudales de la baja nobleza fue ejecutado por traición a fin de dar un escarmiento al resto.

Pero hace diez años, todo cambió. La Casa Rogarvia desapareció de la faz de la tierra. Sus miembros simplemente se desvanecieron. Tras un breve periodo de interregno confuso, la Casa Surtova, cuyo territorio corresponde con el norte de Brevoy, en la costa con el Mar de las Brumas, ejerció su vínculo de matrimonios y sangre con algunos miembros de Rogarvia, y reclamó el trono para ellos. Este movimiento fue aceptado a regañadientes por el resto de casas, que no pudieron dejar de ver un cierto oportunismo de los Surtova.

En la actualidad, los Surtova están en el proceso aún de consolidar su poder, ante los rumores de descontento en varios condados. La extraña ausencia de guerras con los tradicionales y belicosos vecinos de Brevoy ha facilitado las cosas al actual rey, Noleski IV de Surtova, pero el ambiente es de una calma tensa. Por si esto fuera poco, al desaparecer el anterior monarca, que también era conde de Rostlandia, este condado revirtió a la Corona, con lo cual los Surtova no sólo gobiernan Brevoy al completo, sino que además tienen su propio condado en propiedad y ahora administran, en una especie de regencia, Rostlandia.

Debido a que su vigilancia es laxa, a causa de la lejanía física con Rostlandia y su preocupación con el resto de Altas Casas, en Rostlandia ha empezado a haber movimiento entre los señores feudales de la baja nobleza. Desde su punto de reunión en la ciudad fronteriza de Restov, la «capital» no oficial de Rogarvia, han organizado varias expediciones para explorar, cartografiar, limpiar de forajidos y pacificar lo que yace más al sur de su frontera meridional, lo que se conoce como las Tierras Robadas. Quién sabe qué pretenden con esto, y aunque no se trata de un perjuicio flagrante contra ninguna de las Altas Casas o la Corona, sí que es una muestra de que no se han quedado de brazos cruzados.

Es aquí donde empieza la aventura.

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