La granja de Davian

Éste es un relato sobre el trasfondo de uno de los PJs que lleva un buen amigo en la campaña de las Tierras del Acero que llevamos jugando (con períodos de descanso) durante varios años. Espero que os guste. Si os interesa el mundo, podéis leer sobre el mismo aquí.

Contra el Hermano Otro y la búsqueda de la cripta

Me lo he pasado muy bien en las últimas dos sesiones de nuestra campaña de Forjador de Reyes/Las Tierras del Acero.

Los PJs se enfrentaron a los eldwickas. En concreto, Lord Akrom pensó que la única forma de salvar a Sir Kesten y a sus acompañantes, a la luz de un centenar de guerreros eldwickas, era, recordando viejas costumbres de los Reinos del Hacha, retar a un duelo personal al Hermano Otro. Él iría acompañado de Sir Adorjan y dejaría al Hermano Otro escoger a un campeón.

Los ojos del diablo – II

La segunda parte (aquí la primera) de una historia corta detallando el trasfondo de Akrom, PJ de Forjador de Reyes.

Diagrama con los PNJs de Forjador de Reyes

He introducido muchas modificaciones en la campaña de Forjador de Reyes: lejos de seguir la idea de la senda de aventuras original, me ha parecido interesante meter elementos de intrigas que se entrelacen con los planes y movimientos de los PJs. Una muestra son los últimos acontecimientos en Rostlandia.

Esto me parece que le da mucha riqueza a la campaña: deja de ser un matar al malo, coger el tesoro y matar al siguiente malo, para ir convirtiéndose en algo que se desarrolla, que obliga a pensar tanto a los jugadores como a mí.

El problema es que con tanto personaje a veces las cosas se vuelven liosas. Por eso he creado un diagrama con los PNJs importantes que han aparecido hasta ahora y algunas notas de sus relaciones entre sí. ¡Espero que ayude a seguir la trama! Haz click en la imagen para agrandarla.

 

Los ojos del diablo – I

Aquí tenéis la primera parte de una historia corta sobre el trasfondo de Akrom, uno de los PJs de la campaña de Forjador de Reyes que estamos jugando.

Akrom levantó la cabeza. El aire gélido del bosque le devolvió el silencio por respuesta, pero permaneció inmóvil. Había oído algo. No había nadie en el claro, y la tenue luz del sol se filtraba entre los troncos. Apenas acababa de alzarse sobre el firmamento, y era noviembre. Iluminaba los troncos y las ramas medio cubiertas de nieve, aunque no demasiado. No lo suficiente para que se notase su calor, ni para derretir la escarcha.

Abrir el camino – 7

Herrero arrastraba los pies hacia la casa, temblando. Había estado a punto de aplastarle la cabeza a uno de esos mierdas dentro de la casa, pero esta imagen le había dejado sin respiración. Una mujer y una niña, muertas. Encajadas en el maletero, embutidas, las piernas en una posición antinatural. ¿Qué clase de animal había hecho eso?

El enfrentamiento con Lord Venado

Tras tomar el fuerte de Lord Venado, el templo subterráneo y haber interrogado a Akiros, Akrom y los suyos habían averiguado que Lord Venado se había ausentado en un viaje junto al embajador del reino de Mivon, al sur, para negociar un posible pacto con dicho reino, y de paso realizar una incursión en Rostlandia.

Abrir el camino – 6

Cuando Miquel Herrero salió del comedor, Asensi respiró aliviado, aunque no mucho. No querría haberse visto obligado a apuñalarle, porque tenía pinta de ser capaz de aplastarle la cabeza aún sangrando como un cerdo en la matanza. La masa de músculos psicótica había decidido rondar por la casa, pero quedarse con el mudo que había decidido liarse a golpes con él tras quitarse una máscara de piel de cadáver de la cara tampoco le inspiraba mucha confianza. Marcelo, por su parte, se había sentado en el sofá. La pata de la silla se le escurrió de entre los dedos y hundió su cara entre las manos.

Abrir el camino – 5

Herrero salió al pasillo temblando de ira. Tenía ganas de aplastar la cabeza del mierda del mudo que se le había puesto delante. Le rodeaban puertas que supuso que darían a varias habitaciones, con unas escaleras a la planta superior en el medio del corredor. A su derecha, otra puerta de PVC y cristal similar a la que había dejado atrás en el comedor, permitía ver el jardín trasero de la casa. Con un gruñido, corrió hacia la misma y la embistió con el hombro derecho, rompiendo uno de sus cristales y desencajándola.

Abrir el camino – 4

Como una navaja, las palabras le atravesaron.

-YO SOY EL QUE ABRE EL CAMINO.

Desorientado, miró a su alrededor. Estaba en el salón de una casa. Una luz vespertina cruzaba la puerta que daba al jardín, delimitando la silueta de tres hombres de pie delante suyo. Los tres vestían un uniforme gris y conversaban a voces, agitados.