El enfrentamiento con Lord Venado

Tras tomar el fuerte de Lord Venado, el templo subterráneo y haber interrogado a Akiros, Akrom y los suyos habían averiguado que Lord Venado se había ausentado en un viaje junto al embajador del reino de Mivon, al sur, para negociar un posible pacto con dicho reino, y de paso realizar una incursión en Rostlandia.

Eso quería decir dos cosas: la primera, que podía volver en cualquier momento. Y la segunda, que iría acompañado, no sólo por sus guardaespaldas más fieros, sino también por los hombres del embajador, presumiblemente soldados de Mivon y diestros con la espada. Sin perder ni un minuto, esa misma tarde todos se pusieron a prepararse para el inminente retorno. Traspié preparó una trampa en el portón principal, Akrom y Jaden organizaron a los forajidos que se habían unido al grupo y a las mujeres que habían rescatado en turnos de vigilancia y Oblivio patrullaba el fuerte. Durante el resto del día no pasó nada reseñable, ni durante la mañana del día siguiente, 23 de noviembre de 1123 CT.

Sin embargo, cuando comenzaba a anochecer, Auchs, que estaba en una de las torres de vigía, avisó de que unos jinetes se acercaban por las colinas. Todos acudieron a puestos de vigilancia, fuera en la empalizada o en las torres de vigía y vieron a una docena de jinetes acompañados de una bestia que se dirigían hacia el fuerte. A la cabeza había un hombretón enorme con un yelmo con la forma de un ciervo, quien supusieron que sería Lord Venado. Los motivos de su casco evocaban la animalidad, el Caos, la corrupción que corría por estas tierras. Los dioses oscuros de antaño que habían entrevisto en el templo subterráneo. Se preguntaron si el forajido había adoptado esa imagen tras visitar el templo y quedar bajo su influjo, como el anciano que habían matado en él, o si esa corrupción ya existía en él con anterioridad y se había visto atraído al templo por ella.

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Le acompañaba un hombre calvo, fornido y con una tupida barba que vestía una túnica negra. Dirigía la bestia con una cadena y daba la imagen de ser el embajador de Mivon. Otro hombre, más delgado y con media melena morena que le tapaba los ojos, permanecía a un lado, con un aire introspectivo. Otros nueve hombres, con pertrechados hasta las cejas con enseres de guerra, les escoltaban, divididos en dos grupos: la guardia personal de Lord Venado y la del embajador de Mivon. Al acercarse al fuerte, Auchs comenzó a llamarles intentando tenderles una trampa, siguiendo las instrucciones de Jaden, pero Lord Venado se olió algo raro. Cuando les empezaron a llover flechas incendiarias desde lo que él pensaba que era su fuerte, intentando asustar a la bestia, un osobúho, no tuvo duda y dio la orden de retirada. A los pocos minutos los jinetes habían desaparecido.

El grupo se dividió entonces la vigilancia del fuerte porque sabían que en cualquier momento podían aparecer por la entrada secreta a traves de las cavernas del templo. Allí se fueron Traspié y Farg, mientras el resto vigilaban el fuerte. Para llegar hasta el fuerte por las cavernas, había que atravesar un túnel que daba a un precipicio subterráneo, y después continuar por otro túnel. En lado del precipicio que daba al fuerte, Traspié preparó una trampa llenando de paja y brea el suelo. Además Jaden había untado con aceite ese borde del precipicio, para que si alguien lo saltaba como habían hecho ellos, cayera. Mientras tanto, Oblivio salió disparado con un caballo a intentar seguir a los forajidos, para tenerlos controlados. Llegó hasta la entrada al túnel subterráneo, fuera del fuerte, y vio que únicamente había diez caballos: otros dos habían ido por alguna otra ruta. Volvió hacia el fuerte a informar.

Abajo, en las cavernas, Farg y Traspié escucharon que los hombres de Lord Venado se aproximaban, y se prepararon. Escucharon entonces que soltaban varios troncos para hacer de puente sobre el abismo, con lo cual el aceite de Jaden era inútil. Cuando dos hombres armados cruzaron los puentes, Traspié prendió fuego a la paja. Sin embargo, ambos consiguieron esquivar las llamas (tirada de salvación de reflejos) y cargaron contra Farg y él. El resto de sicarios y Lord Venado, sí que quedaron bloqueados por el fuego, y apenas dispararon algunas flechas con sus arcos.

Sin embargo, los dos hombres armados no eran forajidos cualquiera. Estaban entrenados militarmente y sabían lo que se hacían. Farg y Traspié intentaron batirse en duelo con ellos pero pronto se hizo evidente que iban a caer ante sus espadas (sufrieron un par de críticos), así que Traspié echó a correr, mientras su enemigo le gritaba:

-¡Enano cobarde! ¡Has intentado herirme pero yo, Burgrend, hijo de Alnthelth, te hundiré mi espada en tu pecho y reiré con tu muerte!

Farg estuvo a punto de caer pero también se zafó y puso pies en polvorosa. Ambos corrieron como alma que llevaba el diablo hasta la entrada del túnel que daba al sótano del fuerte. Allí, Oblivio había llegado y avisado al resto de la presencia de los forajidos, así que Jaden se fue al almacén, con el espadón desenvainado, presto a bloquear el paso y ayudar a Traspié y Farg a escapar. Akrom, que tenía que haber estado también vigilando, se había distraído y sucumbido a sus más bajos instintos carnales, ausentándose con Dairine, la esclava de Lord Venado, a los aposentos de éste.

Cuando Jaden vio que los dos hombres subían por el túnel, se interpuso entre ellos y la entrada, a fin de luchar uno contra uno. Burgrend llegó el primero profiriendo maldiciones e insultos contra Traspié, al cual había estado a punto de arrebatarle la vida. Confiado, no dudó en enfrentarse a Jaden, pero éste era un adversario mejor dado al combate de frente que Traspié y le mantuvo a raya. Akrom por fin apareció y con un hachazo le cortó la cabeza Burgrend, para posteriormente perseguir al otro hombre armado por el túnel y matarlo.

Fuera, en el fuerte, el caos se había desatado. Una de las torres de vigía, donde estaba Cerkner, estaba en llamas, y las mujeres que habían rescatado (excepto Dairine, que estaba en los aposentos privados de Lord Venado), gritaban de terror y traían cubos de agua. Auchs intentaba abrir el portón principal para escapar. Indignados por la traición, Traspié, Farg, Jaden y Akrom corrieron hacia él. Cerraron el portón y cuando éste ya se dirigía a coger un caballo para huir, comenzaron a atacarle con sus armas, hasta que se rindió y pidió clemencia. Akrom iba a matarlo, pero Jaden le pidió que le perdonase la vida. Así lo hizo pero le obligó a que les siguiese y combatiese a puño limpio contra los intrusos.

Oblivio, que mientras el resto habían ido a detener a Auchs había subido a una de las torres aún en pie, vislumbró dos sombras dentro del fuerte: los dos jinetes cuyo caballo no había encontrado, se habían infiltrado en el recinto. Posteriormente sabrían que habían hecho uso de uno de los troncos de la empalizada que estaban sueltos, y que sólo conocía Lord Venado. Cuando los vio, estaban intentando encender otro fuego en la tercera torre de vigía. Corrió hacia ellos, lanza en mano, intentando detenerles. Ambos desenvainaron sus espadas y se enfrentaron a él, casi dejándolo medio muerto, hasta que el resto de compañeros aparecieron para ayudarle.

Sin embargo la distracción había hecho que sin que se percataran, otros seis intrusos entraran en el fuerte: Lord Venado y cinco guardaespaldas tanto suyos como del embajador. Por suerte, ni el embajador, su osobúho o el hombre que antes habían visto un poco apartados del grupo les acompañaban, así que dentro de lo que cabía, se trataba de una lucha igualada.

Con la torre de vigía en llamas de fondo y las mujeres intentando apagar el fuego, el crepitar de las llamas y el silbido de las flechas, ambos grupos cruzaron armas en una refriega sangrienta. Akrom invocaba a dioses paganos y se golpeba el pecho para entrar en un trance de batalla. Traspié lanzaba sus dagas a puntos vitales de sus enemigos, y en las distancias cortas blandía la daga que había encontrado en el templo que parecía encontrar huecos en la armadura de sus enemigos con inusitada facilidad. Jaden enarbolaba su espadón e intentaba flanquear a sus enemigos. Farg apuntaba con su arco desde la mejor cobertura que encontraba. Oblivio pedía el favor de Treum y rezaba porque si moría, fuese recordado como un héroe. Auchs… Auchs estaba en una pelea de espadas, hachas, dagas y flechas con sus puños desnudos, despojado de armas por Akrom debido a su intento de fuga.

Todos contemplaron a Lord Venado dirigiendo a sus hombres a la carga: aunque parecían un grupo bien disciplinado y profesional, el líder actuaba como un auténtico demente, lanzando aullidos y temblando de rabia:

-¡Perros intrusos! ¿Creéis que podéis haceros con el fuerte que me pertenece? ¡Os mataré y despellejaré lentamente! -gruñó, mientras sus hombres cargaban.

El combate fue rápido y letal. Lord Venado disparaba flechas como un demonio, hiriendo a Akrom y causándole una enorme pérdida de sangre. Pero una vez el bárbaro de los Reinos Fluviales se zafó de los guardaespaldas y trabó combate cuerpo a cuerpo con él, las tornas cambiaron. En las distancias cortas, la cosa estaba más igualada, y la lanza de Oblivio y las dagas de Traspié inclinaron la balanza de su lado. De hecho, fue Traspié el que con una certera daga en el cuello del líder de los forajidos, puso fin a su existencia. Lord Venado recibió el impacto de la misma y comenzó a gorgojear, su tráquea llena de sangre:

-Desde el Averno os atormentaré… -graznó-.

La respuesta de Akrom, mientras su adversario se agarraba a él y se deslizaba al suelo, no pudo contener más desprecio:

-Perro, aquí tienes -sonrió, mientras con las manos le indicaba gestos obscenos al cuerpo que, ya sin vida, se escurría hacia el suelo.

Y así es como la compañía de aventureros derrotó a Lord Venado y tomó posesión de su fuerte en el Cinturón Verde de las Tierras Robadas.

 

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